Querido hijo, llevamos una temporada que estás un poco... "difícil", por decirlo de alguna forma. Cuestionas muchas de las cosas que te pedimos o que te decimos que hagas. Me encanta cuando nos cuestionas porque me quedo con que tu cabecita está trabajando y creciendo, que buscas respuestas, que buscas límites porque quieres saber hasta dónde puedes llegar.
A pesar de que me encanta que cuestiones peticiones la mayoría de las veces no podemos ceder a tus pretensiones e insistimos en que hagas "lo que toca" en ese momento. A veces te cabreas porque no te apetece hacer eso que te decimos. Porque quieres jugar o quieres hacer cualquier otra cosa. En otras ocasiones no quieres porque sencillamente es algo que no te gusta, porque te cuesta un esfuerzo extra o no es divertido.
Lo siento mucho pero soy tu madre y no puedo dejar que hagas lo que te apetezca siempre. A veces hay que hacer "lo que toca". Sí, lo sé, soy una pesada. Se está volviendo una frase muy repetida en tus tiernos labios. La primera vez me la dijiste me sorprendió y me divirtió a partes iguales y me di la vuelta para poder reír. Pensé: ya está, me he convertido en mi madre.
¿Pero sabes qué? Tengo que ser una pesada. No puedo consentir que hagas siempre lo que te apetezca porque la vida no funciona así. De hecho, la mayoría de la vida adulta se traduce en un "tengo que". No creo que sea justo engañarte y que el día de mañana te des el gran golpe con esa realidad.
Tampoco es justo para los demás que yo deje que hagas lo que quieras. En casa, en el cole, en el parque, de paseo... compartimos experiencias con otras personas y si yo dejo que hagas lo que quieras querrás estar por encima los demás, creerás tener más derechos que los demás. Y no es así. Lo siento pero no quiero que te conviertas en una persona caprichosa y cruel con los demás, de los que pasan por encima de todo el mundo.
Ahora no lo entiendes y pasarán muchos años hasta que puedas entender algo de esto que estamos viviendo. Solo tienes 5 años y ya me llamas pesada. Señor, la que me espera... Pero no me importa. Me llamas pesada solo en esos momentos en que te repito las cosas hasta la saciedad mientras estoy a tu lado haciendo lo que hay que hacer.
La mayor parte del tiempo podemos disfrutar de muchas cosas: manualidades, tardes de parque, sofá y peli, dormir juntos, baños compartidos... Eres un verdadero sol. Siempre incansable y lleno de energía aunque a veces a mi me agotes.
Soy una pesada, sí, y seguiré siéndolo. Sé que ahora mismo te fastidia horrores que te repita las cosas mil veces, que esté encima de tí para asegurarme de que haces lo que tienes que hacer. Sé que te fastidia porque a mí también me fastidiaba pero hay que hacerlo. Soy tu madre y me toca hacer ese trabajo. Espero que algún día sepas que no es por fastidiarte sino que he sido, soy y seré una pesada porque quiero que conozcas el valor y la importancia de la vida, de las personas, de las acciones... Porque por encima de todo quiero que seas una buena persona. Te quiero, pequeño.
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