Entre las peores pesadillas que habitan nuestra cabeza está la de perder a nuestros hijos. Basta un instante, lo que dura un parpadeo, para que nuestros peques desaparezcan de nuestra vista y nos de un vuelco el corazón.

Los que alguna vez han sufrido esta experiencia saben bien de qué hablo. Tres segundos se convierten en una eternidad y según aumenta el tiempo en el que no encontramos a los peques pasamos a unos niveles de pánico y desesperación que rompen todas las gráficas.

Mis hijos son tremendamente movidos, ya lo sabéis de sobra quienes me leéis hace tiempo. Por norma los ato en corto en cualquier lugar que no sea mi casa y no les quito el ojo de encima jamás. Hasta el día que tuve que sacar un cleenex del bolso. ¿Cuánto tardé? En ese instante, estando en el parque de un centro comercial, mi hijo se esfumó. Corrimos su padre y yo, preguntamos a los que estaban allí "un niño con una camiseta azul, ¿lo ha visto?" Nadie. Al poco apareció tan campante de detrás de un seto. A mí se me caían las lágrimas, mi marido estaba blanco. Mil imágenes se pasaron por mi cabeza, entre ellas la que alguien se lo había podido llevar. Nada que lamentar, así que nada que reprochar.

En otra ocasión, un día piscinero cualquiera de verano, al salir del bar donde habíamos comido yo salí tras Adri, que iba corriendo tal y como va siempre. Di por hecho que mi hija y mi marido saldrían juntos detrás. No vienen, no vienen. Imaginé que Costillo se habría parado a hablar con alguien porque es bastante habitual. Cuando salió lo hizo solo.

-¿Y la niña? - le grité.

- ¡Ha salido detrás vuestro!

- No me jodas, que yo he salido con Adri y tú estabas con la niña.

- Yo me he parado a hablar y la niña ha salido detrás tuyo...

Descomposición máxima. Yo solo pensaba en las piscinas, en el agua. Echamos a correr con Adri casi a rastras. Miramos por un lado y por otro. Seguíamos corriendo con el estómago encogido y al poco la encontró mi marido en la parte de atrás del bar totalmente desorientada y con tanta angustia como la sentíamos nosotros.

Un instante, un instante que des por hecho que está con tu marido, tu madre, el que sea que os acompañe. Un instante que busques algo en el bolso. Un instante que atiendas a otro hijo. Un instante en que le quites la vista de encima y ya te la han jugado. Un instante.

Todos somos supercuidadosos y estamos muy concienciados con el tema pero yo este año pongo un pequeño parche al asunto.No es lo mejor del mundo y preferiría no tener que usarlo pero he optado por las pulseras identificativas. Hay mil y un artículos en tiendas para que en caso nos despistemos un segundo nuestros hijos puedan estar identificados, como relojes con localizador, collares, pulseras... Simplemente se pone el teléfono del responsable y el nombre del niño. Por lo menos, si se pierden, ellos tienen instrucciones de enseñárselas a un adulto para que nos llamen por teléfono. Esperemos que no se de el caso pero bueno...

En concreto yo he comprado estas pulseras reutilizables y que los peques no se pueden quitar fácilmente y además a mis hijos les gustan los diseños, así que tampoco les apetece quitárselas. De hecho, el día que fuimos a Dinópolis con sus amiguitos varias mamis me encargaron estas pulseras porque también les pareció muy buena idea. 

Concretamente son de la marca Keepkid y son impermeables, ajustables y puedes escribir con cualquier boli aunque yo prefiero usar un permanente por si acaso. En amazon las tenéis a un precio muy económico y para días de salir a algún sitio nuevo, a la playa, piscina o donde sea nos dan una cierta tranquilidad.

Para mi gusto preferiría los relojes que incluso incluyen la llamada SOS o indicador GPS. Ahora mismo están bajando mucho de precio. Cuando yo los miré hace unos meses de 100 y pico no bajaban y a día de hoy por 30€ encontramos, como este en amazon también. La única pega que les veo es que, como todos los relojes, son fáciles de quitar...

Ya sabéis que toda experiencia y aportación es bienvenida y que si no queréis perderos nada podéis seguirme en facebook y en twitter.