Top 10 de mis malas compras en artículos para niños

El mercado está lleno de artículos maravillosos y que se supone que nos hacen la vida más fácil en lo que se refiere a nuestros hijos. Mientras estuve embarazada ojeaba catálogos y catálogos de puericultura, y claro, una que no quiere que a su hijo le falte de nada, pues se emociona y no sólo compra por demás, sino que no mira el precio. Y a día de hoy menuda tontería. No lo más caro es lo mejor, ni mucho menos, así que os cuento mi experiencia.

10. Maletita para la clínica. ¿En qué estaba pensando? Una maletita para llevar la ropita de mis hijos a la hora de parir. Claro, como son baratas y otra bolsa cualquiera de las mil que hay por casa no valen...

9. Chupetes. De latex, de silicona, de distintas formas. Mis hijos han tomado pecho los dos. ¿Quién quiere una falsa imitación cuando tienen el original a mano?
 
8. Carrusel de luces y sonidos. Con muñequitos o sin ellos. Me da igual. No sólo no les han hecho ni caso, sino que la musiquita tiene la virtud de sacarme de quicio.
 
7. Alfombra de goma eva. Cuando llegó el momento de poner a mi hijo en el suelo compré un paquete. Esto es ridículamente pequeño. Compremos tres más, que pueda moverse un poco. Mi experiencia es la siguiente: si no se vale por si mismo aún, una mantita de actividades sobra, y si ya se vale o pones goma eva por toda la casa o se queda en el redil quien yo te diga...
 
6. Papillas. Cuando empiezan la alimentación complementaria los bebés tienen que comer cereales, que claro el pan y galletas no llevan. Pues compré de varias marcas y variedades y mi hijo me dijo que me las comiera yo. Mejor darles comida de verdad y que ellos elijan cuándo y cuánto.
 
5.  Mochila portabebés. Yo compré la BabyBjörn Miracle en algodón 100% porque era la mejor de la mejor según me decían (vendían). Pues bien, como soy de tamaño reducido, por más que ajuste las correas me viene grande. Después de abrir mi me mente a otras opciones y estudiar mucho el tema, me doy cuenta (a día de hoy) de que ergonómica tururú. El niño va colgado y con todo el peso en la zona del pañal, y como va colgado sus piernas te entorpecen para andar. Vamos, un desastre de compra.
 
4. Trona. Pues elegimos una de Jané convertible en mesa con sillita con una preciosa funda en la que seguro que mi hijo iba a comer comodísimo.Viendo esta imagen os imaginais lo que dura la funda limpia ¿verdad? Y no es precisamente fácil de quitar y poner. Para casa de los abuelos compramos la trona básica del Ikea y la conclusión es que me podría haber ahorrado 140€.










3. Patín para el cochecito. Como mis hijos se iban a llegar poquito tiempo (no llega a 18 meses) pues creímos conveniente comprar un patín para el carrito, entre otras cosas porque en nuestro coche no iban a caber los dos carros. Fracaso total. Mi hijo, que a día de hoy tiene 22 meses, sigue siendo un bebé y necesita su carrito. Eso de ir en un patín no va con él. Así que ahí está, con apenas diez minutos de uso.

2. Ropa de cuna. Chorrocientas sábanas por si vomita, se le escapa un pis o un pas, suda.... Estrené dos creo. Intimamente ligado con mi número uno de las peores compras.

1. Y la compra que se lleva la palma es la CUNA. Los primero días instalé la cuna en mi cuarto para poder atender a mi chiquitín a la mayor brevedad en caso de llanto. Y es que lo lógico y lo normal es que un bebé cuando no siente cerca a su madre llore. Así que a la cama el niño. Con él colechamos hasta los 15 meses y directamente pasó a cama juvenil. Y mi hija ni ha catado la cuna. Así que lo único que espero es convertir la cuna en un escritorio y así al menos darle algún uso.

Y estas son mis peores compras hasta la fecha. Pero claro, es mi experiencia y no tiene que coincidir ni de lejos con las experiencias de otras mamás. Lo que es seguro que todas compramos o nos regalan algo que no nos hace ningún papel. Y yo creo que tengo alguna idea para algunos artículos sin usar.... Ahí lo dejo...



Pequeñas personitas

Madre loca e inquieta a la que le encanta escribir y compartir las experiencias y vivencias que me ha traído este desbordante mundo de la maternidad. Mi máxima: EL HUMOR. Porque con humor se vive y se aprende mejor.

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