Pequeñas personitas con grandes corazones. Crónica de una visita a urgencias

Como muchos quizás sabréis, el sábado pasado nos tocó visita a urgencias porque después de un par de caídas Adri tenía un bulto sospechoso en el brazo. Confiábamos en que solo fuera inflamación por los golpes pero por si acaso y a pesar de que el peque no se quejaba, lo suyo era que lo viera un médico.

Al poco de llegar a la sala de urgencias pediátricas nos atendieron. La verdad es que me esperaba la cara del pediatra que nos tocara. "Se ha caído... ya... y no se queja... mueve bien el brazo... bueno... vamos a hacerle una placa por descartar...".

A ver, lo esperaba y lo veo justo. Mientras esperábamos a que nos llamaran para rayos aquella sala se iba llenando y una enfermera iba haciendo las preguntas de rigor:

- ¿Qué le ocurre?
- Que tiene mocos y tos.

Otro:

- ¿Qué le ocurre? 
- Que tiene fiebre y tos.

Normal que me mirara con cara de eres-madre-y-te-preocupas-en-exceso. Y repito, visto el panorama lo veo justo...

Bueno, pues nos llamaron para rayos, le hicieron un par de placas en distintas posiciones y nos salimos al pasillo en espera de que nos dijeran que podíamos volver a la sala hasta que la pediatra nos dijera el resultado.

Lo que me partió el alma vino aquí, en ese pasillo solitario y frente la puerta de la sala de rayos había un señor en un camilla, con sus aparatitos, goteros y toda la parafernalia que conlleva muchas veces los hospitales. Y mi hijo, con sus 3 añitos, lo vio y me preguntó:

- Mamá, ¿qué le pasa a ese señor?
- Que está malito, cariño.
- ¿Y por qué ha querido ponerse malito?
- No ha querido estar malito, a nadie le gusta ponerse malito.

Justo entonces salió la enfermera para decirnos que ya podíamos volver a la sala. Pero mi hijo no se había quedado conforme con nuestra pequeña conversación interrumpida. Así que le preguntó a la enfermera:

- ¿Por qué está malito ese señor?
- No te preocupes, que aquí le vamos a curar -dijo ella con una gran sonrisa.

Y aquí mi hijo me partió el alma. Mientras nosotras íbamos de regreso, él se acercó un par de pasos a la camilla y con esa sonrisa suya que quita todas las penas le dijo al señor:

- ¡Ponte bueno! Adiooosss.

Ahí estaba mi pequeño terremotillo, después de haberle toqueteado su brazo dolorido, de no haberse quejado por nada, de ser duro como una roca y deseándole a un señor en mitad de un pasillo que se pusiera bueno. A mí se me arrasaron los ojos. ¿Cómo alguien tan pequeño puede desdeñar su propio dolor y preocuparse de otra persona a la que no conoce? ¿Cómo se puede tener un corazón tan grande siendo tan pequeño? 

Ese señor sonrió y le agradeció el gesto a mi hijo. Ese señor se tiene que poner bueno. Porque sí, porque lo deseó mi pequeño con todo su amor.

Cuando volví a la sala y me vio mi marido con los ojos anegados me preguntó que qué había pasado. Le dije que luego se lo contaría. En ese momento sabía que si se lo explicaba iba a llorar a mares. Me había tocado la fibra.

Estuvimos poco más en la sala hasta que salió la pediatra, quien con cara sorprendida nos dijo que había llamado a traumatología porque el niño tenía una fractura de cúbito y había que enyesar.

- Es que como no se quejaba, me ha sorprendido...

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A mí no me sorprende que mi hijo no se quejara. Él pocas veces se queja de nada. Es duro el condenado. Llevamos 4 días con la escayola y solo ha dicho un par de veces que le pica. Lo que me sorprende es que mi hijo me de esa lección de moral y de amor. De preocuparse por otras personas y mirarnos menos el ombligo, que siempre hay gente que está peor y que una sonrisa y unas palabras de ánimo y buenos deseos arrancan una sonrisa a cualquiera, por mal que esté.

Hijo mío, ojalá me des más lecciones así porque estaré encantada de aprenderlas y aplicarlas.

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Pequeñas personitas

Madre loca e inquieta a la que le encanta escribir y compartir las experiencias y vivencias que me ha traído este desbordante mundo de la maternidad. Mi máxima: EL HUMOR. Porque con humor se vive y se aprende mejor.

11 comentarios:

  1. Si es que son puro amor y empatía. Siempre me pregunto qué hacemos mal para que pierdan eso... Adri es un niño estupendo y tu eres muy afortunada de ser su mami. Espero que no se os haga muy largo amore. Un besazo

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    1. Gracias por tus palabras, preciosa. Realmente tengo mucha suerte de que mi terremotillo tenga tan gran corazón.
      Besotess

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  2. Madre mía se rompe el brazo y no se queja? Ese niño es Superman!! O Superboy, vamos. Y con su fractura aún se preocupa por otros. Alucino...

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    1. Nada de nada, hija... es duro como pocos he visto. Y encima eso, regalando sonrisas y deseos a otros que ve peor.
      Besos guapa

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  3. Que buen corazón tiene! Le deseo pronta recuperación del brazo! Un beso :)

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    1. Muchas gracias! Seguro que en nada ya está recuperado.
      Besotess

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  4. ¡Para comérselo!. Mi hijo aún no se ha roto nada, pero después de pegarse batacazos tremendos se levanta todo digno y me dice "Estoy bien, mamá"

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    1. Jajajajajaja si es que son tremendos! Que todo quede en sustillos y nosotras la mar de felices ;)
      Besos hermosaa

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  5. ¡Alucino con tu historia! Estas criando a un superhéroe ¡díselo de mi parte! Con ese aguante y esa empatía ¡salvará la humanidad el solito!

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    1. Gracias amore!!! Con que sea feliz y buena persona me conformo XDDD
      Besotesss

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  6. Hola,que pasada de niño, se ve que tiene mucha empatía por los demás. Eso es porque habéis hecho un gran trabajo. Una pasada.

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